martes, 30 de marzo de 2010

no tenía nadie a quien abrazar por las noches.



Elisa cantaba en francés y bebía té con hielo. Era tan despistada que nunca cogía el autobús porque siempre se confundía de parada (y de número). Tenía pecas encima de la nariz y los mofletes y unas pestañas larguísimas. Elisa tenía veinticuatro años, y llevaba tanto tiempo sintiéndose sola que ya se había acostumbrado a los gritos de ese corazón que tanto le dolía.
Él era cuidadoso y perfeccionista, y lo tenía todo siempre bajo control. Leía libros complicados cuando no tenía nada que hacer y desayunaba café solo muy amargo. La vida del chico de los ojos color avellana se regía por la regla que se había fijado desde que era pequeño: “Llegar a ser un buen médico”. Lo que Javier no sabía era que la primera persona a la que curaría no tenía ninguna de esas enfermedades que aparecían en sus libros gordos, ni tampoco ninguna de esas sobre las que sus profesores le habían hablado. Esa persona era Elisa, que se había puesto enferma porque no tenía nadie a quien abrazar por las noches.

8 comentarios:

  1. boquiabierta me has dejado! :D
    solo una palabra lo define impresionante! ^^
    me ha gustado muchisimo
    suerte a javier y a elisa! :)

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  2. oh... me gusta Anna, y esa enfermedad Javier sabrá cómo curarla, segurisimo :)

    quiero más!

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  3. Ánimo a Javier, Elisa estará en buenas manos.


    (Genial)

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  4. Algunas cosas no se enseñan en ningun lado.
    Algunas cosas son cruzadas por casualidad y eso que algunos llaman, destino.
    un saludo en la distancia.

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  5. me gusta como va vestida! y me gusta que los personajes de tu historia lean libros complicados!

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  6. Me temo que estoy a punto de enfermar...
    Saludos.

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  7. a Javi no le hicieron falta cinco años de carrera para curarla el corazón a base de abrazos de buenas noches

    :)

    cuánta ternura

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  8. ...¿Y ese médico sabe curar la enfermedad de Elisa?
    Porque yo la sufro.

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Make cupcakes, not war.